Ni siquiera intentes catalogar a Mehnaz Afridi. Ella es una musulmana de Pakistán y profesora de estudios religiosos, que desde el 2011 se desempeña como directora del Centro de Educación sobre el Holocausto, el Genocidio y las Relaciones Interreligiosas. Ella investiga y enseña sobre el Holocausto, el genocidio y el islam desde una perspectiva multicultural.

El año pasado, debido al coronavirus, no tuvo lugar la Marcha por la Vida en Polonia y Afridi fue invitada a participar en una ceremonia virtual de la Marcha por la Vida Internacional. Así fue como llegué a conocerla. Es una mujer cariñosa e impresionante. Su libro, Shoah Trough Muslim Eyes (El Holocausto a través de ojos musulmanes, 2017, editado por Michael Berenbaum), ofrece una perspectiva única y fascinante de este capítulo de la historia. En esta época de conflictos y lucha, no puede dejar de emocionar la devoción de Afridi con el tema del Holocausto, su continuo activismo para la reconciliación y el compromiso al diálogo interreligioso.

Cuando me sumergí en la investigación sobre el Holocausto, entendí la necesidad de la existencia del Estado de Israel.

A lo largo de su vida, Afridi viajó por todo el Medio Oriente, Europa Occidental y los Estados Unidos. Aparentemente, el paradigma básico en su identidad es el del otro y el hecho de ser extranjero. La sensación de desapego y la discriminación que ella misma sufrió son una parte de su biografía: “Nací en Karachi, en una familia pakistaní musulmana. Mi padre trabajaba en la banca internacional. Eso implicó que nuestra familia tuviera que migrar a menudo. En 1984 nos mudamos a Scarsdale, Nueva York, en donde terminé la escuela secundaria. En la mayoría de las escuelas a las que asistí, yo era la única musulmana con tez oscura, con un idioma y una cultura diferente.

“En Suiza, me sentí 'demasiado oscura'. En Dubai, era una forastera. En Nueva York, fui una pakistaní. Conocí el racismo. En algunas de las escuelas, me hice amiga de judíos, quienes también se destacaban por ser diferentes. A medida que pasó el tiempo, aumentó mi curiosidad sobre los judíos”.

P: ¿Vienes de una casa religiosa?

“Mi madre era religiosa. Mi padre era creyente, pero secular y más relajado. Yo mantengo costumbres, ayuno durante el Ramadán, no uso un hijab. Rezo, porque para mí rezar es como meditar”.

P: ¿Cómo llegó una mujer musulmana a interesarse tanto en el Holocausto y terminó investigándolo científicamente?

“Hice mi maestría en estudios religiosos en la universidad de Syracuse. Casi por accidente, me convertí en la asistente de Alan Berger [un veterano investigador del Holocausto que era profesor del departamento de estudios religiosos]. En sus clases, me vi expuesta profundamente al Holocausto. Completé mi doctorado en la Universidad de Sudáfrica. Michael Berenbaum, un rabino ortodoxo e investigador del Holocausto, también fue uno de mis mentores. Así fue como me encontré estudiando judaísmo, investigando los muchos puntos de encuentro entre el judaísmo y el islam, y descubrí que el concepto de Dios es sumamente similar. Mi interés en el Holocausto creció y comencé a entender la necesidad de la existencia del Estado de Israel”.

‘Este es el título de humanidad’

Afridi compartió conmigo un momento decisivo en su vida. En el verano del 2007 la invitaron a hablar en una conferencia en Múnich. Después de la conferencia, ella sintió la necesidad de visitar Dachau, el campo de exterminio en Alemania. “Siempre quise visitar los campos. En Dachau, sentí un vacío, todo estaba expuesto. Las rocas blancas eran enceguecedoras. Yo llevaba en brazos a mi hija recién nacida. Su llanto retumbó en mi interior y me pregunté: '¿en que estabas pensando? ¿Por qué la trajiste a Dachau?'

“Estuve en el crematorio y espontáneamente me surgió un rezo del Corán (2:156) que se dice cuando fallece una persona. Quería darles a los muertos el respecto que se merecían. El significado del rezo es que 'pertenecemos a Dios y a Él retornamos'".

“Entonces no comprendí cuánto me definiría ese poderoso momento. No sabía exactamente por qué quería visitar Dachau. Quizás como un testigo musulmán, para relatar la rabia por la negación del Holocausto en el mundo musulmán y para llamar la atención respecto a los peligros de ignorar la historia. Sentí una responsabilidad por los muertos, ser para ellos una voz en el mundo musulmán. De repente me encontré mirando los ojos de mi hija, sentí que recordar esos horrores era la única forma de evitar que eso vuelva a ocurrirle a cualquiera. Para el islam, la dignidad humana es un derecho otorgado por Dios a todas las personas, a aquellos que aceptan la divinidad en el mundo, ya sea que una persona esté viva o muerta (como queda ejemplificado en el Corán, como Surá 5:31).

“Desafortunadamente, el Holocausto no se enseña en las comunidades musulmanas. Los musulmanes son conscientes del Holocausto, pero no forma parte del currículo. Yo quise hacer llegar esas historias a los musulmanes. Decirle a mi comunidad: ‘acepten el Holocausto, reconozcan el dolor’. Puede que no sea nuestro dolor, pero es el dolor de la humanidad”.

“En la comunidad musulmana vi intentos de negar el Holocausto, de distorsionar la historia y los números. Mi investigación nació de esta negación de Holocausto y del relativismo hacia él. Era algo que me dolía como musulmana, no sólo como intelectual. Yo quería darle al Holocausto el manto de justicia ética islámica”.

P: ¿Cómo fue la reacción de tu familia y de tus amigos ante tu elección?

Mi padre falleció hace 20 años. Para mi madre al principio fue difícil. Ella se preguntaba por qué no estudiaba una carrera más normativa. Al comienzo ella temía de los extremistas musulmanes. Hoy mi madre me apoya e incluso viajó conmigo a Israel. Tengo dos hijos y, como madre, puedo entender los motivos. Mis hijos leen libros y ven películas sobre el Holocausto. Ellos tienen amigos cercanos judíos. Yo no creo en la oclusión sino en la exposición a un ambiente diverso. Esta es la forma en que yo quería vivir y educar a mis hijos, en libertad religiosa, con entendimiento y tolerancia por el otro. A mis ojos, este es el título de humanidad”.

Para su libro, Afridi entrevistó sobrevivientes durante varios años.

P: ¿Cuál es el valor agregado de un musulmán entrevistando a un sobreviviente del Holocausto?

“Yo no soy otro judío o israelí pidiéndoles su testimonio. Como musulmana, sentí que quería entrevistar a los sobrevivientes del Holocausto yo misma. Uno de los sobrevivientes, por ejemplo, decidió que él ya no quería ser entrevistado, pero cuando supo que yo era musulmana se emocionó mucho, cambió de opinión y habló conmigo. Los entrevistados tenían curiosidad por saber sobre mí y mi religión. Me mantuve en contacto con varios de los sobrevivientes, visito sus casas, como con ellos en las festividades. Se formó una conexión cercana. La visión del islam se basa en una perspectiva distorsionada propagada por los medios de comunicación. Yo los ayudo a encontrarse con estudiantes musulmanes y de inmediato puedes ver cómo las personas reaccionan entre ellas. Estas cosas me definen a mí y a mi vida, estas son las transformaciones que anhelo”.

P: En tu libro y en tu investigación, el islam es el modelo fundamental a través del cual observas al Holocausto, usando el Corán y Hadiz.

“De hecho, soy una musulmana enfrentando el Holocausto de los judíos, y por ende mi perspectiva es diferente. Las voces suaves y tolerantes del islam no se escuchan lo suficiente. El mensaje del islam fue siempre universal: promover la tolerancia, la igualdad y aceptar otras fes y culturas. Todavía más, el Corán dice que si estás expuesto a un falso testimonio, incluso de tu propio pueblo, debes levantarte en su contra y defender la justicia. A través del islam, mi responsabilidad ética hacia la humanidad, tal como Dios lo ha ordenado, es no tolerar el falso testimonio (4:135). Por lo tanto, mi deber como musulmana es condenar la negación del Holocausto. También se debe conocer la historia. Si desconectas al islam de sus raíces, te pierdes historias similares, los héroes compartidos, tradiciones hermanas. Por eso estoy comprometida con el Holocausto. Es extraño, pero así es”.

P: Quien reaccionó más severamente: ¿los musulmanes o los judíos?

“Ambos. Me interesan precisamente esta clase de encuentros entre el judaísmo y el islam. Mi nombramiento como directora del centro del Holocausto fue controversial en ambas comunidades. Desafortunadamente, no confían lo suficiente la una en la otra. En los círculos musulmanes me preguntaron por qué no estudiaba problemáticas musulmanas, por qué no escribía sobre los palestinos. Tampoco fue fácil para los judíos. Cuando acepté el trabajo, fue la primera vez en la historia que una mujer musulmana fue elegida para dirigir algún centro del Holocausto en el mundo. Fue una decisión inusual que provocó oposición. Dijeron cosas como: ‘sería mejor haberle dado el trabajo a un neonazi’ o ‘una musulmana elegida para dirigir el centro disminuirá al Holocausto como un evento fundamental para los judíos’”.

Estas reacciones le provocaron mucho dolor y también la hicieron sentir cuán importante era que ella trajera un cambio. Con el tiempo, gracias a su investigación y sus interacciones personales, más personas en la comunidad comenzaron a confiar en ella. Incluso los elementos más extremos se impresionaron. “Con el tiempo aprendieron a entender mi activismo en contra del antisemitismo. Hoy tengo amigos judíos que son como parte de mi familia”.

P: Tú eres una mujer, una mujer musulmana, una mujer musulmana que se dedica al Holocausto, y una intelectual abriéndose camino en el ámbito académico. ¿Es un camino solitario?

“Lucho en dos frentes. Por un lado, traigo estudiantes musulmanes a estudiar el Holocausto: albaneses, paquistaníes, sirios, iraquíes, sauditas. La mayor dificultad la tienen los estudiantes varones musulmanes. Pero tengo mucho apoyo de musulmanes y judíos, tales como la fraternidad femenina “Salaam-Shalom”.

P: El Holocausto es un evento fundamental en la historia judía moderna de la que tú piensas que los musulmanes deberían saber más. ¿Qué deberían saber los judíos sobre los musulmanes para entenderlos mejor? ¿Cuáles son nuestros puntos ciegos como judíos?

“Hay 1.500 millones de musulmanes repartidos por el mundo. El islam tiene muchos colores. Hay musulmanes agresivos, como los talibanes y Hamás. Pero hay millones de musulmanes que son víctimas que sufren en silencio, como en China, Bosnia, Kashmir. Los musulmanes son tratados como un grupo extremista, como alborotadores. Como musulmanes somos víctimas del estereotipo, de la islamofobia. Incluso cuando llevé a Auschwitz un grupo de 52 mujeres, algunas de ellas musulmanas, encontramos revelaciones antimusulmanas”.

Afridi también se ocupa de la minoría musulmana de China, los Uigures, a quienes China mantiene en masivos campos de trabajos forzados. “Ellos sufrieron el abuso y la violación de mujeres y niños. Hay un sufrimiento silencioso de musulmanes alrededor del mundo. Hay muchos ‘bolsillos’ de minorías musulmanas discriminadas, y muchas veces son los árabes no musulmanes. En el islam hay una jerarquía: los árabes están arriba, luego los asiáticos y al final los africanos. Una jerarquía musulmana racista. Los árabes se ven a sí mismos como los ´musulmanes puros’, los puros receptores del mensaje, porque el Corán fue entregado en Arabia. Pero la mayoría de los musulmanes son asiáticos y la minoría son desfavorecidos africanos”.

Las tensiones alrededor del conflicto palestino israelí definitivamente complican la forma en que el Holocausto es percibido. Afridi menciona al profesor Mohammed Dajani Daoudi, de la Universidad Al-Quds, quien en el 2014 llevó por primera vez un tour de estudiantes palestinos a Auschwitz. Él recibió amenazas de muerte y se vio obligado a empacar sus cosas y escapar a los Estados Unidos.

P: ¿A un árabe no musulmán le resulta más fácil enseñar sobre el Holocausto?

“Quizás. Hay más negación de Holocausto en el Medio Oriente, debido a la tensión con Israel. Es una discusión dolorosa, sumergida en propaganda política. Hay una competencia de identidad sobre la narrativa, cuando todos tienen un lugar en la memoria. Al entender el Holocausto podemos mejorar el dialogo entre nosotros. Debemos mostrar empatía fuera de nuestra identidad. Eso no significa que pierdes tu fe al hacerlo, pero tomas más consciencia de las sensibilidades de otras fes y culturas. Esa es la única forma de crecer, de progresar”.


Este articulo apareció originalmente en Israel Hayom. Fotografía: Louis Constant Dui